Dedicado a las personas que son conscientes de que el arte, la poesía, la música y las letras, son los sentimientos que despiertan el alma. A los locos. A los maniáticos. A los perdidos. A los desordenados. A los cobardes. A los distantes. A los inquietos e inquietantes. A los hiperactivos. A los amantes de la Paulaner. A los que surfean. A los desconocidos. A los risueños. A los imaginativos. A los amantes del cine. A los refugiados. A los que odian el queso. A los imperfectos. A los que odian las normas y se salen de lo cotidiano.

Yo también soy una de vosotros.

domingo, diciembre 14

Y entendí que lo que buscaba era recordar. Me engañaba a mi misma creyendo que sería un forma nueva de encarrilar mi vida, pero no, quería dar marcha atrás. A veces no está mal girar la cabeza y rememorar. No me malinterpretéis, no hablo de añorar, hablo de recordar. Recordar algo bueno que se acabó en su momento y que no echas de menos. 
Recordé la suave brisa que recorría sus mejillas, sus pupilas, su cielo, mi infierno. Recordé su hermosa poesía, tanto la que escribía como la de sus labios. Recordé la música que nos hacía ser infieles a nuestros propios principios, recordé incluso los acordes. Esa forma que tenía de hacer que un misero "fa" sonara como una clave de sol. Dichoso sol, nunca quería amanecer después de esas noches tan perfectas, tan nuestras.
Recordé quererle, recordé como fui feliz y cómo me hizo feliz. Recordé cuando pensaba que sería el último así como fue el primero. Recordé como crecimos juntos, (crecer, no madurar, porque nos encantaba ser críos). Recordé como andábamos sin tocar el suelo, como mirábamos al techo, cómo nos olvidábamos del resto. 
Parecía que al recordar, estuviera viviendo una película, que, de hecho, la plasma cualquier libro. No sé si la pluma la sostenía yo y era tu espalda el bloc de notas, solo se que nos quedamos sin tinta.