Montarse en avión es una de las cosas más simples y más comunes que solemos hacer cuando nos vamos de viaje. Ni nos catamos de lo que en realidad estamos haciendo, bueno, algunos si. Los que tienen fobia a los aviones si que más o menos pueden llegar a la conclusión que saqué yo. Arriesgar tu vida. Montarte en un "aparatejo" que tiene dos alas, que pesa, me atrevería a decir, casi una tonelada, y subir hacia arriba. Lo que no entiendo es, si somos capaces de hacer eso cada verano, o cada vez que hacemos un viaje familiar, ¿por qué no somos capaces de hacerlo en nuestro día a día? Correr hacia lo que queremos, despegar, sentir que gracias, solo y únicamente a nuestras alas, vamos a elevarnos kilometros y kilometros hacia arriba. Tocar el cielo. Deslizarnos entre las nubes. Y no pensar ni si quiera, ni durante una milésima de segundo,
que estamos arriesgando nuestra vida.