Dedicado a las personas que son conscientes de que el arte, la poesía, la música y las letras, son los sentimientos que despiertan el alma. A los locos. A los maniáticos. A los perdidos. A los desordenados. A los cobardes. A los distantes. A los inquietos e inquietantes. A los hiperactivos. A los amantes de la Paulaner. A los que surfean. A los desconocidos. A los risueños. A los imaginativos. A los amantes del cine. A los refugiados. A los que odian el queso. A los imperfectos. A los que odian las normas y se salen de lo cotidiano.

Yo también soy una de vosotros.

viernes, agosto 31

Montarse en avión es una de las cosas más simples y más comunes que solemos hacer cuando nos vamos de viaje. Ni nos catamos de lo que en realidad estamos haciendo, bueno, algunos si. Los que tienen fobia a los aviones si que más o menos pueden llegar a la conclusión que saqué yo. Arriesgar tu vida. Montarte en un "aparatejo" que tiene dos alas, que pesa, me atrevería a decir, casi una tonelada, y subir hacia arriba. Lo que no entiendo es, si somos capaces de hacer eso cada verano, o cada vez que hacemos un viaje familiar, ¿por qué no somos capaces de hacerlo en nuestro día a día? Correr hacia lo que queremos, despegar, sentir que gracias, solo y únicamente a nuestras alas, vamos a elevarnos kilometros y kilometros hacia arriba. Tocar el cielo. Deslizarnos entre las nubes. Y no pensar ni si quiera, ni durante una milésima de segundo,
 que estamos arriesgando nuestra vida.