Dedicado a las personas que son conscientes de que el arte, la poesía, la música y las letras, son los sentimientos que despiertan el alma. A los locos. A los maniáticos. A los perdidos. A los desordenados. A los cobardes. A los distantes. A los inquietos e inquietantes. A los hiperactivos. A los amantes de la Paulaner. A los que surfean. A los desconocidos. A los risueños. A los imaginativos. A los amantes del cine. A los refugiados. A los que odian el queso. A los imperfectos. A los que odian las normas y se salen de lo cotidiano.

Yo también soy una de vosotros.

miércoles, mayo 20




Y lo jodido que es el cielo cuando decide ponerse a llover, recordándome una vez más que no paro de echarte de menos.
Ojalá algún día llegue a echarte de más.
Porque, joder,
qué fácil es quererte.

Soy adicta a esa forma de desquiciarme, y a esa forma de mirarme cuando no tienes nada que decir. 
Ya entiendo eso de quedarse sin palabras,
y sin respiración, 
y sin ganas de nada,
pero si de ti.

Que toco el cielo cada vez que me rozas, 
y que vivo esperando a que el sol se apague,
para poder ver como compites con la luna,
por pasar más noches.
A mi lado.
O conmigo.

Que no me acostumbro a no besarte,
y que a veces duele. 
Pero llegas, pones todo patas arriba,
y me recuerdas lo fácil que es quererte.
Y lo fácil que es ser feliz. 
Contigo.



Porque sí, contigo





sábado, mayo 9

Yo también. 

Decido empezar contándote el final,
por si algún día no soy capaz de contar el principio.

Por eso de que los recuerdos, que te hacen volver atrás,
y te replantean, ellos mismos, porque no te paraste a mirar al frente mucho antes. 

Y porque estoy segura de que estabas ahí.

Eso de que las casualidades no existen,
que sus labios decidieron viajar para encontrarse con los míos,
y que sus brazos eran el escudo que me faltaba,
son tan verdad como,
que yo también.

Porque sé lo que es sentir rápido,
y sentir fuerte,
y morirme mientras vivo,
y vivir queriendo ser mil veces mas,
de lo que él ya es,
para mí.

Para nosotros ojalá.

Que sé rememorar cada poro de su piel cuando respiraba,
y sus sonrisas en los momentos más inesperados,
y sus gritos, 
que quizá algún día seguirán el compás de los míos.

Que sí, que a veces yo también dudo,
cuando se queda quieto y no deja de mirarme,
pero sus pupilas me la juegan,
y vuelven a hacer que pierda la poca cordura que me queda.

Subiría con sus pestañas al cielo,
y no se si volvería, 
a lo mejor sí, para arder en el infierno,
como si fuese de cera.

Extrema distancia, o eso decían.

Recuerda: yo también.