No pongas cara de sorpresa,
como la de cada mañana al despertarte,
al despertarnos,
al comernos,
al follarnos.
El desorden de tu vida era lo que ordenaba la mía.
Las cervezas sin acabar, el humo de ese cigarro deseoso de que le den el último calo, el hielo que solo quiere derretirse con ron,
yo,
que solo quiero derretirme contigo.
Los enamorados no necesitamos chimenea para abrasarnos.
Hablo de ser leña,
ser árbol,
ser hierba que coloca a cualquiera.