Dedicado a las personas que son conscientes de que el arte, la poesía, la música y las letras, son los sentimientos que despiertan el alma. A los locos. A los maniáticos. A los perdidos. A los desordenados. A los cobardes. A los distantes. A los inquietos e inquietantes. A los hiperactivos. A los amantes de la Paulaner. A los que surfean. A los desconocidos. A los risueños. A los imaginativos. A los amantes del cine. A los refugiados. A los que odian el queso. A los imperfectos. A los que odian las normas y se salen de lo cotidiano.

Yo también soy una de vosotros.

lunes, enero 19

Recuerdo la pornografía de sus espasmos cada vez que intentábamos ser menos salvajes en aquel colchón. Era imposible, pero no dudábamos en poner empeño en el intento. 
Describía un paisaje nevado recorriendo mi cuerpo con sus dientes,
y ponía la llama tan esencial que dicen que tiene el amor con sus susurros. 
Parecía como si las notas del pentagrama de Ludovico sonasen al compás de los muelles, dejándo que los agudos salieran de mis cuerdas vocales.
Éramos el aire que salía en el intento de ahogarnos al acelerar tanto las respiraciones.
La espiración era la monotonía que ejercían nuestros pulmones, 
como si fueran los últimos calos del peta de después de cenar. 
Nos temblaban los ojos sin siquiera tenerlos abiertos, 
porque si los hubiéramos abierto, hubieran explotado en el intento de salir volando.
Porque sí, desplegábamos las alas sin miedo a la gravedad,
sin miedo a la miradas de un polvo mal echado, 
sin miedo a la embriaguez de nuestras manos por no tener aire acondicionado.