Dedicado a las personas que son conscientes de que el arte, la poesía, la música y las letras, son los sentimientos que despiertan el alma. A los locos. A los maniáticos. A los perdidos. A los desordenados. A los cobardes. A los distantes. A los inquietos e inquietantes. A los hiperactivos. A los amantes de la Paulaner. A los que surfean. A los desconocidos. A los risueños. A los imaginativos. A los amantes del cine. A los refugiados. A los que odian el queso. A los imperfectos. A los que odian las normas y se salen de lo cotidiano.

Yo también soy una de vosotros.

lunes, enero 12

Quién lo diría, un día cualquiera y al final resultó ser el día que me cambió la vida.
Dicen que los flechazos no existen, que cupido desapareció en el momento en el que los astros decidieron que el amor no era algo que existía en realidad, era algo inventado por el hombre que no supo quererse a sí mismo y decidió velar por los demás. 
De modo que, en vez de llamarlo flechazo, llamémoslo "x". Esa puta letra decidió por mí aquella tarde. Supe que tenías que amanecer conmigo el resto de tus días. Que se dice pronto, y también se dice fácil, pero estoy segura al 100% y no me equivoco.
Se que lucharía una y mil veces por hacerte feliz, porque si hiciera falta, yo querría por los dos. Déjame que sea yo la que pague la siguiente ronda, así al menos sabré que te quedas un rato más. Y escúchame, o al menos inténtalo, pero no busques entenderme.
El tren me pasó por la cara, y no dudé en subirme, sabiendo que en la siguiente parada había un atentado de bomba. Y qué más daba salir por los aires, si yo me aseguraba volar acariciando tu espalda. Podría haber vivido media vida y parte de la siguiente en las arrugas de tus sábanas.
Reconocería cualquier olor que intentase parecerte a ti, y cualquier sonrisa que fuese de lo más atractiva, aunque la tuya puede ser atractiva y ralentizante a la vez. Me frenaba, hacía que mi frecuencia cardíaca acelerase, pero que mi ritmo respiratorio disminuyese, como si me faltara el aire pero sin el como. Pedía uno de tus besos.
Sin darme cuenta "estaba hasta las trancas" y todavía no habíamos ni arrancado; decidiste sentarte a mi lado.
El lado derecho de mi cama siempre está vacío desde que te conocí, supongo que nadie ha podido cubrir esa parte que me complementa, o que, no puede ocupar todo lo que se suponía (o se supone) que algún día tienes que ocupar tú. Te sigo esperando para el café todas las mañanas, y sigo poniendo la música que te gusta, aunque la odie.
Nunca cierro con llave, por si algún día quieres pasarte a no echarme de menos y a no dejar de besarme.