Dedicado a las personas que son conscientes de que el arte, la poesía, la música y las letras, son los sentimientos que despiertan el alma. A los locos. A los maniáticos. A los perdidos. A los desordenados. A los cobardes. A los distantes. A los inquietos e inquietantes. A los hiperactivos. A los amantes de la Paulaner. A los que surfean. A los desconocidos. A los risueños. A los imaginativos. A los amantes del cine. A los refugiados. A los que odian el queso. A los imperfectos. A los que odian las normas y se salen de lo cotidiano.

Yo también soy una de vosotros.

sábado, enero 17

Hablo de las veces que nos hacemos los locos intentando no ser conscientes, cuando lo que en realidad conseguimos es que apunten hacia nosotros cual diana con premio en el bolsillo.
El problema no es ser inocente, es simular que lo eres. Parece mentira que se lancen a las barbas de cualquier persona negando el intelecto y pensando en la apariencia. A lo fácil. A lo barato. A donde duele.
Eso de atacar sabiendo que la defensa es nula, con un 99,9% de posibilidades a favor, y sabiendo que los del otro lado no tienen ni la más mínima esperanza, y que incluso, ni pedirán revancha.
Así es como te ven: como el pez libre fácil de engañar con un mísero arpón, como un niño pequeño pensando en “Papa Noel”, como un perro detrás de una pelota, como una niña pija detrás de su bolso de Dior.
Apuntan, disparan, y muerto. Rozado y hundido. Cobarde incomprendido.
Creo que es el momento de decirte que las mejores armas son aquellas que nadie sabe que existen, o que nadie sabe que están entre tus pertenencias. Incluso ni tú, que decides no defenderte cuando te atacan. Siempre eliges la misma historia: “hacerte el loco” e intentar no pensarlo para que el edificio destruido se repare pronto. Si lo que piensas es que tienes una gran coraza con la que nadie puede hacerte daño, estás equivocado. Evadirte no es no entrar en la batalla, es estar dentro con los ojos cerrados.
Despierta y separa las pestañas. No esperes a que te disparen y curarte, dispara y que no tengan la posibilidad de curarse. Que no se atrevan a apuntarte. No hará falta ni que vigiles tus espaldas, una vez que te vean como rival honorable, empezarán a ser ellos los cobardes.
Y defiende a los que huyen, enséñales a coger las riendas y ponerse al frente sin miedo al desastre. Dibújales el camino de la derrota para que sea lo más cerca que estén de él en toda su vida y nunca lleguen a seguirlo. Que no se hagan los locos, que no sean inocentes.
Dejemos la locura para los que creen que apuntándonos, lograrán que agachemos la cabeza. Tú mientras tanto mira al cielo, intenta encontrarte y buscar la manera de hacerte de recordar. 

De hacerte leyenda.