Siempre valen más los intentos que las ganas de intentar. Las palabras no valen nada si los actos no las demuestran. Los sueños no se cumplen solos y las ganas de soñar tampoco surgen solas. Elegimos 'desear' cuando lo que deberíamos elegir seria 'conseguir'. El verbo 'poder' lo sustituimos por el adverbio 'inalcanzable'.