Dedicado a las personas que son conscientes de que el arte, la poesía, la música y las letras, son los sentimientos que despiertan el alma. A los locos. A los maniáticos. A los perdidos. A los desordenados. A los cobardes. A los distantes. A los inquietos e inquietantes. A los hiperactivos. A los amantes de la Paulaner. A los que surfean. A los desconocidos. A los risueños. A los imaginativos. A los amantes del cine. A los refugiados. A los que odian el queso. A los imperfectos. A los que odian las normas y se salen de lo cotidiano.

Yo también soy una de vosotros.

jueves, abril 18


Ayer aprendí a volar. Que no os mientan, no se necesitan plumas, ni alas, ni siquiera un motor. Tampoco hace falta escribir y, sin embargo, aquí sigo, volando. Aprendí en un segundo. Ese instante, cuando se le atranca la voz, cuando por un momento puedo jurar que así será mi vida con ella, cuando cuelgas el cartel de “completo” porque solo caben dos en ese mundo de ensueño. Se te duerme la pierna, el pie, dudas de estar despierto, pero es ella la que tiene los ojos cerrados. Recorres cada uno de los lunares de su cuerpo, encuentras una esquina que todavía no has besado, gritas en silencio,  corres sentado, te subes por las paredes aun estando en el ático y vives por su sonrisa. Detalles sinsentido que hacen que todo cobre sentido. No se siquiera si tiene sentido. Pero en fin, que si la confianza da asco, somos un par de guarros.