Dedicado a las personas que son conscientes de que el arte, la poesía, la música y las letras, son los sentimientos que despiertan el alma. A los locos. A los maniáticos. A los perdidos. A los desordenados. A los cobardes. A los distantes. A los inquietos e inquietantes. A los hiperactivos. A los amantes de la Paulaner. A los que surfean. A los desconocidos. A los risueños. A los imaginativos. A los amantes del cine. A los refugiados. A los que odian el queso. A los imperfectos. A los que odian las normas y se salen de lo cotidiano.

Yo también soy una de vosotros.

martes, abril 16


Puro descontrol controlado por su forma de decirme que no. Ahora si, he vuelto a leer y he comprendido todo eso de los diferentes formatos de su voz. Ahora si, estoy convencido de que le quiero suficiente como para querer por los dos. Amo cada uno de los muchos tonos que surgen de su garganta y amo cada momento que pasa por mi cabeza.

            Miras al cielo y te das cuenta de que no es necesario tocar el techo de los túneles para sentirte infinito. No hace falta que pidamos ningún deseo cuando soplemos las velas de nuestras tartas, ni cuando lancemos monedas a las fuentes o veamos estrellas fugaces. Pero aún así, lo seguimos haciendo. Pedimos el mismo puto deseo como gritando: “¡Que nunca acabe!”. Y por primera vez en mi vida puedo asegurar que me siento infinito, que el principio de esta historia de techos de cristal es jodidamente embriagador. Que estoy completamente seguro de que no quiero que acabe. Me declaro adicto a sus gritos, aficionado a los besos sobre su espalda y enganchado a sus provocaciones. He llegado a un punto en el que irrevocablemente ya no es posible separarme de su ombligo, sí, de su ombligo.

           
 Solo espero poder hacer que palabras como valor, incondicional, cariño, tentación, originalidad, recreación, infinito y amor sean 8 bases de nuestra vida y no solo ocho palabras escritas a partir de cada letra de tu nombre.