Día 105. Un día de los mejores de mi vida, que no es algo raro últimamente. Inexplicable. Acojonantemente enamorada. Indescriptible por mucho que lo intente. Cada uno de los gritos, era el motor que me llevaba al cielo una vez más. Y ahora, estoy aquí, quién me lo iba a decir: codeándome con la felicidad, doliéndome las muelas de tanto sonreír, sin soñar y únicamente viviendo.
Mi vida dio 5 vueltas de campana hace 105 días, y hoy, he vuelto a desestabilizarme. Supongo que será que no estoy acostumbrada a vivir sin gravedad, y creerme, que no sirve un simple traje de astronauta o una nave para explicar este fenómeno. Es más simple, muchísimo más. Es correr hacia la gasolinera más cercana porque ese olor te recuerda a cuando aprendíais a conducir. Es ir a las dos de la tarde a comprar la gorra de la que tanto se enamoraba cada vez que pasaba por el escaparate. Es una azotea insonorizada. Es leer la mente. Es ser lo más salido de este planeta. Es necesitarle. Es, las quince canciones que tenéis juntos. Es su forma de mirarte y saber que estás en casa. Es su forma de besarte, esa que con miedo a que se rocen los dientes, hace que salga de su boca un "que le jodan" cuando suena el móvil. En resumen, el cielo es él, yo, y nosotros.