Chica de mis sueños, ¿eres tu?.
Se me hace raro verte desnuda, sin ese mar de metáforas que
solía envolverte. Y nunca se me ha dado muy bien escribirte sin ropa. Pero
ahora que toda está lavando, necesito hacerlo. Necesito que caiga una lluvia de
palabras con las que organizar la locura que se me ha subido a la cabeza,
bueno, y a la mesa del comedor y a tu cama y a nuestra azotea, y, en fin,
jodido mundo de locos…
Y ahora, mis sueños son recuerdos, y los recuerdos mi
presente, y mi presente resume todo mi futuro. Victoria, medicina, Valencia.
Por ese orden, exactamente el de tus lunares, que ya que los cuento, los sueño. Que te lo tengo que confesar. Voy camino hacia tu boca y no puedo
dejar de pensar en tu forma de acariciarme la espalda. Puede que te suene raro,
pero necesito 48 horas de descontrol. Necesito un clímax infinito en el que el
orgasmo este a la orden del día, uno de esos que te ponen cachondo solo de
pensarlos. Pero aun hay más. Vaya confesión tan sutil, pensarás. Y es que, voy camino
hacia tu espalda y no puedo dejar de pensar en la playa, es un atardecer, sin
cangrejos, prometido, solo millones de formas de quererte convertidas en granos
de arena, bañados en ese mar de metáforas que ahora nos envuelve, locos, y juntos.