Siete días de nostalgia en estado puro. Los sueños en tu
cama, mirando como dormías e impresionado por la belleza de tus pestañas, han
dado paso a las pesadillas esperándote. No te preocupes mosquetera, pronto
estaremos juntos. Lo se, que en las maletas te llevaste algo más que nuestros
besos; tequila para un par de ciegos que besen con los ojos cerrados.
Treinta y siete flores amarillas. Un chico y una cama. No es
mal plan para una vuelta sin vacilaciones. Cuando llegues no me sueltes, que ya
tendremos tiempo para bailar, desnudos, en la cama. Cuando llegues no dejes de mirarme, que ya
tendremos tiempo para dormir.
Que por la cabeza solo me pasaba tu mirada, tu olor desde el
otro lado de la cama, tu sonrisa al hacerme cosquillas y los latidos de tu corazón.
Y entonces vuelves, llegas con tus gorras y tus camisetas de tirantes y me
haces llorar de felicidad. Que mientras gritábamos en tu cama o bailábamos en
la calle, bajo la lluvia, tu mirada era la manera más fácil de describir mi
vida; un punto de intriga por diez de felicidad.
Nadie podrá nunca jamás saber lo que se siente al mirarte,
dormida, esconderte tras la almohada, dejar tan solo un amago de tus labios
esperando a ser besados con un rastro de saliva de los muchos otros que te acababa de
dar. Y eso es lo que me llevo de estas tres noches, y es lo que quiero para el
resto de las noches de mi vida.
Que se
jodan los sueños, que a partir de ahora serán pesadillas comparados con mi dia
a dia.