Dicen que tenemos dos hemisferios en la cabeza, el izquierdo y el derecho, y que cada uno controla los movimientos del lado opuesto al cuerpo; siendo el izquierdo quien controla el pulmón derecho y siendo el derecho el que controla el corazón. La mente, en cambio, la controlamos con los dos, y la controlamos según nuestro carácter. Eso de "voy a cambiar", "voy a ser otra persona", y gilipolleces de ese estilo, nos obligan a cambiar nuestro carácter, y, amigos míos, el carácter es lo que nos hace diferentes. Nuestra personalidad. Cosa que empieza a forjarse a partir del día uno. Nuestra personalidad es lo que puede con todo, lo que nos hace fuertes y lo que nos ayuda a aprender. En algunos de nosotros aparece la vena responsable o la vena madura incluso antes de llegar a la mayoría de edad, en otros, la locura persiste hasta la barrera de los treinta. La personalidad cambia con las cosas que nos pasan, y cambia conforme vamos entendiendo poco a poco el sentido de la vida, el sentido de por qué estamos aquí.
Algún carácter es envidiable, tenéis razón, pero que sea envidiable no significa que debamos acoplarlo en nuestro día a día, porque, si no vivimos siendo nosotros mismos, nos querrán por ser alguien que no somos.