No
se ni como empezar esta nota.
A
veces pienso que no basta con repetirte a cada segundo lo mucho que me haces
llegar a sentir.
Pero,
ya ves, aquí estamos mosquetera.
Diez
meses después y con la misma sonrisa que el primer día.
Seguimos
siendo soñadores. Tal vez eso sea lo que nos mantenga juntos hasta el final. El
llamar sin ‘ll’. El colgar lo antes posible para no escuchar un; yo más.
Tal
vez ninguna canción pueda relatar esta historia. Por eso componemos la nuestra
propia.
Cuenta
la vida de dos locos, pesados y tontos que se contaban historias antes de
dormir. Armóse de valor…
Pero
te equivocas si piensas que me conformo con tu voz por la mañana, te equivocas
si crees que he olvidado tu forma de respirar. Que de Madrid a Valencia hay dos
pasos. Y nosotros nos queremos infinitos, ¿recuerdas?.
Pero
no pares amor, no dejes de leer nuestro relato, no te canses ni desesperes,
porque puedes estar segura de que nunca acabará. Tienes la medida perfecta para
dejarme sin respiración, la receta que saca mi sonrisa cada vez que recuerdo
tus besos.
No,
amor, no soy un pesado, ni un calzón ni siquiera un tonto.
Soy
tu pesado.
Soy
tu calzón y tu tonto, y si hace falta el que más. Porque más que yo, no te
querrá nadie, cariño.
Nada
podrá nunca compararse con la voz rota de tu garganta al despertar. Tus gritos
odiándome por una simple partida de cartas. Tu amor entre las mantas de arena
de la playa de San Juan.
Tus
susurros provocativos y tus sonrisas. Sobre todo tus sonrisas.
Los
celos son eso que tenemos cuando amar y necesitar se confunden.
O ,
simplemente, se complementan.
Feliz
día cuatro chica de mis sueños.
No
te vayas nunca.
PD:
tu tonto