Bésame. Y cuando nuestros labios estén por fin juntos, que
se pare el tiempo.
Ha llegado el otoño y nos ha pillado fumando.
Nos.
Me niego a empapar otra piel que no sea la tuya con mis
lágrimas.
Me niego a no tener sesión doble de cosquillas los fines de semana.
Y me niego a no picarte ganando a las cartas.
Pero no tengo miedo.
Eso no se acabará. Tan seguro como que es un dos de espadas.
Hiciste que la realidad superara mis sueños. Y ahora, vuelve
a ser de día. Y el sol ya no es tan sol, sino más amarillo. Y cada vez que me
acuerdo de nuestras gilipolleces de subnormales me río inevitablemente.
E inevitablemente no puedo dejar de decir “te amo”.
Pero eso ya lo sabías.
Así como también sabías que tus caricias me dejaban inmóvil.
Quieto.
Mientras todo pasaba a mi alrededor.
Y con todo, me refiero a ti.
Victoria
Tenemos el record de días perfectos. Tantísimos besos
invertidos y tan pocas fugas de clase. Curioso. Nunca pensé que dormir al lado
de alguien pudiera llegar a ser tan maravilloso. Y necesario. Y por supuesto,
nuestras manos solo se preocupaban por agarrarse con fuerza para quitarnos el
miedo de madrugada.
Cuantos cuentos soñados contigo, mosquetera. Lo nuestro ya
no va de espadas, ni de números, sino de anillos.