Supongo que al principio fueron tus ojos cielo y los míos tierra, y los dos niños de primavera y viaje, que los dos cosechábamos hierba de paisaje y mar manchando sábanas y encontrando calor. Supongo que después fue el refugio de manos agarradas como si el futuro y todo eso que se supone ya sabes pero nunca nadie y sin embargo, lo que más he echado de menos desde la huida (cuando yo suponía ciudades donde uno pudiera derrumbarse de alcohol y tú y yo no existiéramos) ha sido tu voz caricia y tu voz perdón, tu voz de sílabas y musicales abanicando el silencio estremecedor de este horror a solas, de este quién soy a cuestas, de este voy a andar hasta la última piedra o correr hasta reventarme, de este impuesto cansancio de ojeras que ha sido el desnudo y la vergüenza del error repetido y ninguna respuesta, soy lo que soy y aquí estoy, otra vez, buscándote.
-entre putos supensivos